Cuchillo, cuchara y tenedor…¡mierda!…ya me he vuelto a confundir de orden.


Quien perdió a un amigo a veces se pregunta si algún día lo fue.

¿Qué es un amigo?

¿Hay tipos de amigos ?

Según su grado, forma y color hay cierta tendencia a inventariar las amistades como si fueran los cubiertos del cajón de la cocina; los amigos tenedores, con los tenedores. Éstos se utilizan para sujetar la carne mientras el amigo cuchillo la corta…

Hace poco alguien me dijo que quizás era demasiado exigente con el significado de “amistad”. Llevaba razón. Tengo un problema de psicomotricidad social que no me permite ordenar los tenedores y los cuchillos por separado, tampoco las cucharillas de Moka de las de café. Esto es consecuencia de una dislexia, también social, que no me permite distinguir una cuchara sopera de una pala de pescado. Para mi todos son cubiertos y a pesar de su diversidad cumplen con la misma función: Facilitar mi alimentación emocional.

A veces el cuchillo que corta un día, otro, sirve para empujar el arroz hacia el tenedor. La cuchara cuando no me acerca algo tan inconsistente como un gazpacho a la boca, en equipo con el tenedor, me sirven la ensalada.

Los cubiertos son objetos de forma inalterable (si no nos salimos de la dieta mediterránea en su uso, claro) muy al contrario de su función. No puedo pues, seguir este protocolo sin salirme del cajón, me vais a perdonar, pero no. Entenderéis que una cubertería durable, que soporte todos los momentos malos y buenos, mis aciertos y desaciertos, mis locuras y agonías, no puede ser una de chichinabo. No puede ser mitad plástico mitad metal. La mía tiene que ser de STAINLESS STEEL.

 ¿Perteneceré yo a una cubertería? ¿A una de chichinabo o a una de acero inoxidable? ¿Seré estrictamente un cuchillo o una pinza de marisco? ¿Sabré darme bien la ducha en el lavavajillas o tendré siempre restos de Calgonit?

Sólo al final de mi vida cuando juegue a la brisca, haga crochet y tenga tiempo de jardín para echar una miradita atrás, podré sacar conclusiones. Mientras esto sucede y ante lo complicado de mirarse bien en el reflejo de otras piezas de cubertería, quiero dar las gracias a los que como si de una navaja suiza se tratara, hincáis las uñas para sacar todos los cubiertos que puedo ser y a los que me conocisteis como un tenedor y ahora me veis como un cuchillo ¿Quién sabe? Quizás algún día pueda serviros el azúcar del café 😉