En el 2025.


failed cakepops

Fuente: http://www.gizmopod.com/

Bienvenidos a la tercera edición de “Resurrección anual”.

Con esta frecuencia ridícula será actualizado el blog hasta el 2025, año en el que ya no me quede dinero en la cuenta para renovar el dominio porque habremos vuelto a la peseta y el dólar estará carísimo.

En ese año probablemente, podréis leer el blog gracias a una pantallita incrustada en la parte superior del empeine de vuestras zapatillas Nike Airmax exoplanet, porque ya no habrá otra marca patrocinadora de eventos deportivos sin riesgo. Para los deportes de riesgo sólo existirá RedBull y GoPro, que se habrán aliado para drogar y grabar a todos los barbudos Millennials narcisistas que deseen despeñarse por un acantilado intentando volar con alas hechas de papel Albal.

Volviendo a la pantallita incrustada en vuestras zapatillas, esto será porque iremos en silla de ruedas teledirigida, de la que nos levantaremos tímidamente sólo para pedir una cerveza.

La artrosis en las cervicales de haber vagado durante años por el mundo mirando la pantalla del Iphone3, Iphone4, Iphone4S, Iphone5S, 5C, 6, 6J, 6X, 7CSJ, 7GXLB, etc. y el exceso de curvatura en las lumbares por ese afán en alejarnos de nuestro brazo y que así entre el máximo de amigos efímeros en los selfies para nuestro público de Facebook, nos habrán dejado la espalda hecha un ocho literal, o una S, como mejor os proyectéis.

Seguramente sólo me veréis en las fotos de Instagram, cuando quedemos para hacer un pic-nic en el parque. Una vez publicadas las fotos de grupo, os daréis cuenta de que me he cortado el pelo y que he usado un pintalabios de un color muy de moda “Mandarina Mecánica”, que deseareis tanto como el cargador supletorio del móvil y que publicaréis en Pinterest a más tardar, mientras cruzáis el semáforo sin saber de que color está, guiados por el pitido para invidentes.

Yo os invitaré a la primera fiesta de cumpleaños de mi hija, a la que habré traído al mundo a los 41, por cesárea, en un hospital de Brasil. La fiesta será en el jardín de casa de mis padres, donde seguiremos viviendo para ahorrarnos trayectos innecesarios con los Tuppers pa’ arriba y pa’ bajo. Estará todo decorado como en un cuento de hadas, pero all DIY made in Pinterest. Habré trabajado en la preparación los 3 meses que preceden al cumpleaños mientras mi novio iba a ver los partidos de fútbol con sus colegas. Luego me sentiré muy mala madre porque las manzanas caramelizadas con cara de Reina de las Nieves, me habrán quedado como manzanas caramelizadas con cara de Freddy Krueguer.

Mi hija seguramente no habrá parado de llorar durante la fiesta, preguntándose por qué todos estos desconocidos a los que ve la cara como un Picasso, están ahí jodiéndole su ritmo de siesta-teta-siesta. Y yo no habré parado de ir al baño para ver cuanta gente ha publicado fotos de la fiesta en las redes sociales.

La esclavitud y la segregación racial habrán vuelto a Estados Unidos (Si es que algún día se fueron) y China se habrá convertido en un pozo negro dónde sólo los osos Panda respirarán oxígeno y tendrán más de 1,5m2 para vivir.

El retrato de Putin con el único hijo superviviente del León Cecil, dará la vuelta al mundo y las Femen habrán ganado más adeptos en sus actuaciones que nunca, mayoritariamente perturbados sexuales que ya no entran en las cárceles.

Las abejas, al borde de su extinción, nos habrán dejado una alimentación pobre, basada en carne de vaca cuyo nutrimento principal habrá sido el stock europeo de galletas Oreo de 2013.

El teletrabajo se hará desde el hall de la oficina de 8:00 a 20:00, dónde habrán puesto M&M’s gratis. Los despidos se harán por Whatsapp con el emoticono 😉 al final y el finiquito se pagará en falsificaciones de Bitcoins.

En la India el número de asesinatos de niñas recién nacidas, se habrá incrementado un 300% a causa de una degradación mundial de la calidad del esperma, en la que sólo los espermatozoides X sobreviven a las penosas condiciones socio ambientales en las que se encontrará la humanidad. Los publicitarios se estarán frotando las manos con este aumento de la población femenina en otros países.

El PP, gracias a un tweet de Pablo Iglesias del año 1023 a.c. en el que reconocía haber “olvidado” pagar una fresa silvestre que un tendero de la tienda de caramelos olvidó cobrarle, estará gobernando por mayoría absoluta y habrá creado una nueva red de carreteras de peaje, con el nombre de cada una de las tramas de corrupción en las que sólo circularán y exentos de pagar, sus militantes con carnet de aforado.

Mallorca habrá formado el primer gobierno Alemán de la historia de España y estará en trámites para presentar una consulta independentista, después de que sus playas hayan perdido todas las banderas azules, según ellos, por un exceso de turistas peninsulares.

Antes de que todo esto pase, voy a olvidar el móvil en casa y me voy a ir al parque a tomar mi dosis de vitamina D.

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Nylon, fideos de arroz y lo que nunca quise ser, una estrella del rock.


Blog

El caso es que como no suceden cosas más graves en el mundo, no me queda más remedio que hablar de frivolidades, y no hay frivolidad más frívola que hablar de mi última visita al peluquero. Pero empiezo por los antecedentes para que toméis conciencia del pedigrí que tiene mi pelo.

Cuando vivía en Barcelona la única peluquería donde sabían cortar un pelo lacio y espeso como el mío, no era en Llongueras, ni en Rizo’s, era en las peluquerías chinas prostibularias del Eixample. Allí dónde en la parte de atrás el marido iba a hacerse un “masaje” mientras su mujer e hijos se cortaban las melenas. Digamos que la peluquería era el recibidor y el verdadero negocio estaba detrás. Me cortaban bien el pelo porque lo tengo como una china. Yo me iba contenta y ellos también, porque les hacía de figurante para que los Mossos d’Esquadra no sospecharan de como una peluquería, regida por chinos en medio del Eixample y sin ningún cliente a la vista de manera repetitiva, podía abrir todos los días sin que el dinero saliese de las felaciones a los pobres padres de familia que ya no se veían los dedos de los pies.

Hasta entonces nunca había tenido animadversión hacía el oficio de peluquero y mucho menos aun por una raza determinada. Digo yo que para hacer aerobic con los dedos, el color de la piel y la cultura no son relevantes. Además, tampoco pido nunca que me hagan un peinado asimétrico bidireccional con mechas moradas y caoba, yo solo quiero que me peguen dos tajos y dejar de pillarme el pelo con las cremalleras.

Tengo que decir que me corto el pelo a los sumo dos veces al año, y que siempre saco la misma foto del Franck Provost en su línea de básicos para tener alguna garantía del contrato verbal que vamos a jurar mirándonos a los ojos.

Un día de verano se me ocurrió impulsivamente darme algunos reflejos solares para luchar contra la depresión que el cielo gris de París me provoca allá por el mes de julio, cuando todo el mundo empieza a publicar sus fotos en las redes sociales con la marca de uno e incluso dos bikinis. Pero aquellos reflejos estaban a punto de convertirme en una proscrita pelirroja de bote y era necesaria la intervención urgente de un profesional. Después de recorrerme todo Ménilmontant y Belleville para que alguien me auxiliara en mi urgencia capilar un sábado, resultó que en cada una de las peluquerías en las que entraba me miraban con cara de “Tú todavía no te has dado cuenta de que los sábados por la tarde hay muchas bodas étnicas en tu barrio ¿verdad?” una y otra vez. Así que cuando estaba casi tirando la toalla a la papelera levanté la vista y vi un letrero muy moderno en el que se podía leer: «Technic Hair». El nombre parecía sofisticado, quizás había una solución. Me acerqué y tres negratas orondas me dieron la bienvenida (no hay rencor en la descripción, os lo juro). Muy natural, le expliqué a la que parecía ser la más profesional, si podía quitarme el zanahorio de la parte delantera de mis cabellos. Me dijo que sí, sin problema. Le subrayé que sólo quería reflejos naturales y que no quería ver una separación antiestética entre pelo rubio y pelo moreno. Asintió con la cabeza como alguien que sabe lo que es capaz de hacer. Comenzó a echarme el decolorante y como era de esperar, se puso a rajar con una de las chascarrilleras que tenía al lado. Sentí que me había echado un decolorante para caballos y aquello comenzaba a oler mal, muy mal.

⎯ ¿Perdone, no cree que las mechas están muy blancas? ¿Me las puede quitar por favor?⎯ Le dije.

⎯ Uy sí, pero espera porque hasta que no termine el otro lado no te puedo quitar nada eh?⎯ me dijo.

⎯ Ya, pero el problema es que me va usted a quemar el pelo, me importa bien poco el tono de rubio del otro lado si por este me va a dejar calva⎯ le dije un poco cabreada.

⎯ Vale, vale hija, ya te lo quito, ya te lo quito⎯ .

Me llevó sin mucha prisa al lavabo de cabezas, me quitó la toalla y aspiró aire como quién ve dos hindúes recién nacidos siameses y unicejos.

⎯¿Ha ido bien?⎯ le pregunté

⎯ Uy, sí sí, estupendo ahora te seco la cabeza en el casco secapelos y ¡listo!⎯

⎯No, no, déjelo, ya me seco el pelo en casa, que tengo prisa sabe, tengo una cena⎯ le dije.

⎯No, no, no, te seco el pelo yo, de ninguna manera te vas a ir a secarte el pelo a casa con el frío que hace⎯ me dijo insistentemente.

⎯Que no se preocupe, vivo en el portal de enfrente de verdad⎯ dije levantándome del lavacabezas.

A medida que iba acercándome al espejo veía como sus nalgas se constreñían. Cuando me quité la toalla pegué un grito. Una mecha de fideos de arroz colgaba de mi frente, el resto entre platino Daenerys Targaryen y amarillo Leticia Sabater.

Le recriminé su falta de profesionalidad y me espetó un ⎯ Esto es lo que me habías pedido⎯. En ese momento me arrepentí de no tener la foto Franck Provost como garantía y la amenacé con denunciarla por haber convertido mi pelo en hilos de nylon con huevos revueltos. Le dije que no sabía lo que había hecho, pero que era muy gordo y que no pensaba pagarle un duro. Ella porfió que era lo que yo le había pedido. Le volví a contestar que y una mierda, que yo no le pedí hacerme un código de barras en la cabeza y que de verdad, no se imaginaba cuanto la había cagado.

Una conversación de bacalaos no podía terminar de otra manera que a gritos de pescadero, así que cogí mis cosas y me fui.

Ahora todas las mañanas paso por su peluquería, me pego al escaparate y la acojono, porque me mira a los ojos y en vez de pupilas ve cócteles molotov.

A mi Lupita Cagona

Los buenos propósitos se suelen quedar en servilleta mojada…


boom2

He llegado a los 30, estamos en 2013, son las 3:30 y hoy es 3, son muchos treses ya.

Primero de todo mis disculpas por incumplir la frecuencia de comunicación con los miles de fans que me seguís; segundo, y siguiendo el protocolo ordinario, salut y força al Canut, que últimamente no anda muy fino. También os deseo paz, amor, felicidad y turrón de Suchard hasta finales de marzo en las estanterías del supermercado.

Este año, como todos, he elaborado una lista de deseos y buenos propósitos. Es tan larga e idealista que me he deprimido nada más poner un pie en este nuevo espacio temporal del que podemos esperar no menos que mala suerte, sobre todo si los políticos siguen jugando al Apalabrados en las sesiones del Congreso cuando se aprueban leyes importantes para la economía, y para nuestras ganas de vivir en un país dónde el único placer que nos va a quedar es comer chorizo en familia porque es lo único que abunda.

Después de varios segundos de tensión mirando la pantalla con los ojitos haciéndome el efecto moiré, he tenido que quedarme sólo con tres buenos propósitos:

  • No ver las noticias.
  • Ignorar a mi jefa.
  • Irme de vacaciones cuando todo el mundo vuelva.

Es lo único hacedero que he escrito.

Entre lo que he desechado se encuentra:

Enviar un mail con sugerencias para la reforma de las administraciones (no vale de nada porque sólo se van a limitar a suprimir el papel higiénico de las oficinas del INEM)

Ganar a la lotería (jugar es fácil, ganar no tanto, pero lo cierto es que si gano, se llevan el 20%, o sea, que si gano el reintegro del Niño, 20 euros, me pago un bocadillo de calamares con lo que me quede después de los impuestos,  sin salir de la crisis)

Resucitar mi fe en la política (Para que voy a perder el tiempo escribiendo y vosotros leyendo los porqués que conocemos de sobra…?)

Deseo que mi suegra deje de lanzarme dardos envenenados con aspiraciones de ser abuela (…al margen de la presión laboral, hay otro tipo de presiones incontrolables)

Dejar de maldecir y desear un atragantamiento espontáneo con un trozo de filete a mi vecino de arriba cada vez que intenta pasar a otra dimensión a lo Regreso al Futuro  moviendo muebles a las 3 de la mañana. (Si le dejo de maldecir por eso, le seguiré maldiciendo por obligarme a escuchar sus orgasmos y los orgasmos fingidos de su acompañante en estéreo, a horas intempestivas).

Evitar el envejecimiento por oxidación que sobreviene al pasar la frontera entre la veintena y lo que va después. (No hay marcha atrás, ni Beyoncé compartiendo conmigo sus secretos de belleza más profundos, conseguiría frenar al p…reloj biológico).

Deseo que la gente se diga más la verdad a la cara y que el cinismo quede relegado a Tita Cervera y María Dolores de Cospedal. (No hay cojones porque ya no hay humildad y sí mucho que esconder)

No indignarme cuando me obliguen a borrar las fotos de mi teléfono al ser pillada in fraganti haciendo fotos a todos los cuadros de las exposiciones para joder la marrana, cuando no hay cartel de prohibición (me gustar violar leyes y desafiar a la gravedad obligando a que se levanten de una banqueta inestable los seguratas barrigudos de los museos, así que lo siento, pero esto no lo puedo hacer)

No sigo porque sino lloro, pero os podéis hacer una idea de cuán frustrante ha sido escribir esta lista y ver que tan poquitos deseos y buenos propósitos pueden devenir realidad.

¡Feliz!, ¡feliz…!, mmmm…..bueno, suerte con vuestra futura pensión de jubilación, a veces toca! ;p